La muerte, como un rayo, ha segado de un duro manotazo la vida de Peligros Nicolás.
Joven, con una marcada vocación de servicio, entendió siempre que lo bueno tenía que compartirse y su dedicación a la informática la llevó a ser una entusiasta de las nuevas tecnologías en cuanto que permitían, precisamente, ser cauce para la difusión de conocimientos, proyectos y experiencias. Tenía una visión entusiasta de la gente y de la vida. Quizá eso explique lo que probablemente sea su don más genuino: poner siempre su enorme caudal de inteligencia y capacidad al servicio de los demás.
Peligros era siempre una buena noticia. Irradiaba su pasión y dinamismo a quienes tuvimos la suerte de compartir proyectos con ella.
Ha disfrutado de la vida, daba la impresión de estar muy contenta, satisfecha. Se ha ido llena de felicidad.
Cuando la invité a participar en el grupo Giges, aceptó inmediatamente. Ya la conocía de antes, habíamos compartido varios proyectos juntos. Recuerdo uno que fue particularmente mal, al borde del desastre. Quedamos para ver qué había pasado, qué podíamos hacer. Peligros insistió en que el proyecto valía la pena y, por tanto, aunque hubiese que empezar desde cero, adelante, porque la idea era excelente aunque hubiésemos tenido un tropiezo.
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