Hablando del lenguaje

El genial pueblo griego es la matriz de nuestra civilización. Allí cuajó la idea de que el hombre es un ser vivo dotado de logos.

El logos, gran cosa. Lo ponemos como apellido de casi todo lo que hacemos con seriedad y rigor, ya sea uno un bió-logo o un psicó-logo y hasta un politó-logo o un teó-logo. El hombre es un ser vivo pero si en esa vida falta el logos, ya no es tan humana.

El logos tiene que ver con el pensar y el decir, con el sentir y expresar las cosas al modo humano. Por eso el logos es lenguaje. Es más, por supuesto, pero también lenguaje. El hombre es un ser que necesita a otros humanos: de ellos recibe el lenguaje y con ellos habla. El lenguaje nos humaniza.

El lenguaje es asunto colaborativo; tanto como la humanización.

Nací en el milenio pasado. No había entonces nada de esa cacharrería electrónica que hoy nos inunda. Un buen día apareció un aparato cuyo nombre sonaba algo así como “Kompiuter” y se españolizó como “computador” y “ordenador”, indistintamente. Cada uno lo llamó como le dio la realísima gana, sin tener que justificar su elección. Y así, cada hablante un voto, se ha ido decantando. Sin impedir que nadie, por las razones o sinrazones que cada uno considere oportunas, use otro término.

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El patriotismo económico

Cuando España fundaba universidades…

El crecimiento experimentado por la economía española desde la década de los 60 ha sido exponencial y las mayores tasas de crecimiento se dieron, precisamente, en la década mencionada.

Esto es lo que dicen los datos. Desde esa perspectiva, es un hecho rotundo e irrefutable.

Otra cosa es que a uno no le guste ese hecho porque sus entendederas no le permitan admitir que algo bueno ocurriese en España en aquellos tiempos. Es un hecho pero, quizá como todo, puede ser contextualizado o interpretado. Así, por ejemplo, se puede indicar que el punto de partida de aquel crecimiento era penoso, tan bajo que casi no podía ocurrir otra cosa que mejorar.

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Mujeres ante el feminismo

Si de verdad las mujeres necesitáramos un día tendría que ser el día en el que nos uniéramos para rendir homenaje y felicitar a nuestras abuelas, a nuestras madres, a nuestras hijas, a nuestras amigas, a todas ya cada una de las mujeres con las que hemos coincidido y que han pasado a formar parte de nuestras vidas. A todas y a cada una de las mujeres de todos los tiempos y que desde su lugar, según sus circunstancias, con su trabajo, con su esfuerzo, con su entrega, han hecho avanzar esta sociedad. Nadie puede negar que los logros conseguidos en los últimos años son impresionantes.

Y no queremos celebrar el día de la mujer contra el hombre. Ni contra nadie. Entiendo que celebrar es unir, es alegría. No odio. Celebrar el odio no me parece femenino. Ni humano. Me parece un horror.

Que no cuenten conmigo para un día de la mujer entendido como día del odio hacia el sexo masculino. El día de la mujer no puede ser de lucha de los hombres contra las mujeres ni de las mujeres contra los hombres por el simple hecho de ser hombres. Basta ya de criminalizar. No en mi nombre.

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Las ideologías y el planeta de los simios

Imágenes tomadas de https://www.forocoches.com/foro/showthread.php?t=6823137

En Estados de derecho democráticos, nuestro comportamiento trasciende al egoísta racional. Nos preocupamos por los demás. Experimentos con chimpancés mostraron que se comportaban más ajustados a la teoría del egoísmo racional que los humanos. No tenemos menos racionalidad; somos más sociales. La realidad supera a la teoría. Como la Ciencia se aproxima a lo real rechazando empíricamente lo falso, es honesto cambiar la teoría cuando queda refutada. En cambio, las ideologías, como revelaciones, hacen lo contrario: mutilan la realidad que no cuadra. Las teorías científicas son falseables, según Popper.

Ante “los cisnes son blancos” debemos buscar cisnes negros. Las ideologías corren a pintarlos de blanco o aniquilarlos. Evitan que la realidad fastidie una teoría social. Cuando Milgram presentó su experimento, muchos aseguraron que apenas un 2 ó 3% (como Simón) aplicarían corrientes mortales al entrevistado. Se equivocaron. Un 62% pasaba a modo agente olvidando sus reparos morales. Se reconsideró la teoría del carácter marginal de la maldad humana. En “Eichmann en Jerusalén”, Arendt propuso el concepto de banalidad del mal; marcos totalitarios propiciarían que personas no psicópatas obrasen el mal banalmente. Alivia vivir en una sociedad sin estos marcos, todavía.

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Agenda 2030, ya en cines

Si muchos tiranos muertos y enterrados pudieran darse una vuelta por nuestras sociedades de hoy quedarían maravillados ante los últimos avances de su especialidad. Resulta que no hacía falta reprimir, oprimir ni suprimir la libertad de sus paisanos. Lo que hacía falta era pregonarla como valor absoluto. Tampoco era necesario usar el casposo recurso del “amor a la patria” y los valores que encarnaba tu raza, tu tradición y tu cultura. Era mucho mejor idolatrar al individuo, colocarlo en un pedestal, reconocer que no había nada por encima ni de éste ni de su libertad y entonar juntitos de la mano loas a grito “pelao” por el progreso, la fraternidad y la multiculturalidad. ¿Que a dónde voy a parar? Comprueben ustedes mismos.

Resulta que las legislaciones de las sociedades más avanzadas protegen contra viento y marea los derechos individuales. Sin embargo, nadie osa oponerse al “bien común” cuando este los pisotea (aunque la expresión “bien común” encierra no pocos galimatías y sirve como pretexto las más de las veces en que se usa) ni a los “derechos colectivos que establecen discriminaciones positivas. Hubimos de conocer los horrores de la experimentación con humanos en la Segunda Guerra Mundial para dar lugar a toda una serie de recomendaciones (Nuremberg, Helsinki, Oviedo…) y legislaciones nacionales e internacionales que protegieran los derechos de los usuarios de los servicios de salud a ser informados, decidir y dar su consentimiento antes de todo procedimiento para que ahora nos obliguen a recibir sin preguntarnos terapias y medicamentos meramente experimentales.

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