Está en boca de todos la cuestión de la procedencia o improcedencia de que los padres puedan objetar ciertas actividades o ciertos contenidos que se imparten en los centros escolares.
No falta quien quiera reducirlo a que se trata de decidir si es obligatoria la asistencia a una excursión para ver la floración de Cieza en todo lo suyo. Y viéndolo así, no parece razonable tanta polémica. De hecho, en los centros escolares siempre ha habido gran variedad de actividades que iban desde conferencias, visitas a museos, paellas y chocolatadas hasta representaciones teatrales y, sin necesidad de precisar si eran complementarias, curriculares, optativas, en horario escolar, dentro o fuera del centro, nunca ha habido especial problema.
Por tanto, si el debate está justificado, debe haber alguna novedad, algo que antes no estaba y ahora sí. Y, en ese sentido, aparecer como objetor al Pin Parental cuando se hace lo que se ha hecho siempre sin problema, no es más que una maniobra de distracción, pura propaganda aireada por los medios afines a una cierta opción.
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