Trabajo en un instituto de secundaria. Desde hace poco tiempo llevo las redes sociales de mi centro. Como parece natural en estos tiempos, muchos de nuestros alumnos son nuestros mayores seguidores en esos medios.
De vez en cuando he observado un mensaje que me llamaba la atención y que me avisaba de que un alumno cumplía años y me invitaba a felicitarlo. Lo asombroso era que su edad era siempre entre los veinte y treinta años, cuando nuestros alumnos tienen, en general, entre doce y dieciocho años. No he consultado la ley, ni pienso hacerlo, pero tiene toda la pinta de que para ser aceptados en esas redes se necesita tener una edad mínima. Y, como siempre, la sociedad mirando para otro lado.
Ante lo dicho, hay dos opciones. Si queremos hacer valer que los menores de edad no puedan abrirse una cuenta, habrá que obligar a todas estas mastodónticas corporaciones a que no valga con una simple declaración para poder acceder a sus servicios. La otra opción es asumir que cualquier persona, independientemente de su edad, pueda disfrutar de esas redes sociales. Lo que no parece de recibo es que el legislador piense que al ser menores de edad no son maduros para ese tipo de cosas y, simultáneamente, se tolere el acceso de menores de edad a esas redes. Continuar leyendo «Leyes, ¿para qué?»