¿Quién nos iba a decir que “Amanece que no es poco”, la obra maestra de José Luis Cuerda, iba a proporcionarnos tantas coordenadas para no perdernos en el absurdo mapa de la actual política española?
Una película que, lejos de ser surrealista, constituye un hito subruralista por cuanto revela las dinámicas subterráneas de nuestra sociedad que afloran desde nuestro sentir más rural y atávico.
El alcalde del pueblo, magistralmente interpretado por Rafael Alonso, presenta el cacique estereotipado de impoluto traje, narcisista, vividor, de coche oficial con chófer, ajeno a la realidad del pueblo, pero que instrumentaliza maquiavélicamente para su provecho.
“Todos somos contingentes, pero sólo tú eres necesario” le aclaman los lugareños aleccionados cada vez que retorna de la capital; el alcalde exige alabanzas a su persona, una exhibición de relatos que, carentes de realidad, son propaganda de su persona.
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