Violencia machista, tiranía hembrista

La violencia machista existe. Hay hombres violentos con pulsiones tiránicas que pretenden, utilizando la agresión física o psicológica anular la voluntad y la libre determinación de sus parejas o exparejas, llegando incluso al asesinato. Otras formas de violencia en el ámbito familiar no son ejercidas exclusivamente por hombres, pues aquella se ejerce también por mujeres hacia sus maridos, de padres y madres hacia los hijos, ancianos o personas vulnerables a su cargo y por supuesto, entre parejas del mismo sexo, sean estos hombres o mujeres. Y los resultados pueden ser igual de dramáticos independientemente del número de afectados por razón de sexo. Entonces, ¿por qué en España existe esa sensibilidad extrema hacia la violencia de carácter machista y, sin embargo, se ignora sistemáticamente la realidad de la violencia intrafamiliar en todas sus formas y expresiones?

La respuesta la encontramos en un cúmulo de factores que se explican y confluyen en la apropiación del victimismo y la colectivización como herramientas de cohesión política y social con intereses espurios. El hembrismo que domina la opinión publicada ha sabido rentabilizar muy bien ese aspecto, otorgando siempre a la mujer el papel de víctima sistémica por el hecho de serlo. Para entendernos: eso que llaman ‘heteropatriarcado’ tambiénsignifica que la consejera delegada de una importante empresa es una víctima frente a un señor sin trabajo y con familia a su cargo. Como un homosexual famoso y millonario siempre será una víctima sistémica frente a un heterosexual pobre e ignorado socialmente. Resumiendo, la indigencia intelectual convertida en herramienta de acción y control político.

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Circulen, circulen

Javier Carrión / AGM

La responsabilidad social es algo desconocido entre los miembros del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Murcia.

Si supieran qué es y cómo se ejerce habrían explicado, con antelación suficiente y escuchando a los vecinos de los barrios su proyecto de movilidad, que aparte de generar más problemas de los que pretende resolver por no medir los impactos que provocará, nace viciado por sustentarse en mentiras como el argumento de la (falsa) peatonalización, la tala masiva de árboles que se está haciendo con el silencio de colectivos ecologistas más ideologizados y subvencionados que ecologistas, y la supuesta obligatoriedad emanada de normativas europeas y nacionales. Sí, la Unión Europa y el Gobierno de España obligan a tener áreas urbanas de bajas emisiones, pero otra cosa es cómo se consiguen y, sobre todo, cómo se llevan a cabo. Aquí los tiempos no los marcan el sentido común, la planificación bien hecha y la ejecución precisa, sino el dinero y el plazo para gastarlo. El resultado son las chapuzas en forma de aceras no aptas para la correcta evacuación de aguas pluviales o señales de tráfico y mobiliario urbano que quedan en mitad del espacio supuestamente destinado a los peatones, que en breve estará colonizado por bicicletas, patinetes y terrazas de hostelería.

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Invertir en defensa para ser más libres

La invasión de Ucrania por parte de Rusia, pero sobre todo los falaces argumentos esgrimidos por Putin para tal suceso traen a la memoria acontecimientos que hace poco más de ochenta años convirtieron Europa en campo de batalla cruenta y también ideológica. Conviene rescatar de la memoria a filósofos como Oswald Spengler, admirador del carácter cesáreo del socialista y fundador del fascismo Benito Mussolini, al que despreció después, como despreció el nacional socialismo de Hitler al sufrir la deriva, primero ideológica y después criminal que terminó alumbrando la tristemente famosa ‘noche de los cristales rotos’, suceso que le hizo romper definitivamente con el régimen alemán. El autor de ‘La decadencia de Occidente’, que durante los años veinte porfió de forma autoritaria contra la República de Weimar, dejó para la posteridad una frase definitiva que estos días adquiere más vigencia que nunca: “En el último momento, será un pelotón de soldados el que salve la civilización y la democracia.”

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Una ILP con truco

Conozco personas inteligentes, formadas intelectualmente y sensibles a los retos medioambientales de nuestro tiempo y de nuestra Región que han prestado su firma a la iniciativa de la Plataforma SOS Mar Menor para que éste tenga personalidad jurídica propia, como conozco a otras que también lo han hecho después de una vida esparciendo voluntaria y conscientemente colillas y latas de cerveza por sus playas y parajes. Creo, aceptando que pueden existir tantas motivaciones como personas firmantes, que a todos ellos les une una misma cosa: la rabia y la indignación tras años de desidia, promesas incumplidas e impostura de tantos responsables políticos. La cuestión es si ese estado de ánimo es el mejor consejero a la hora de otorgar semejante poder a sus promotores, a los que cabe reconocer una capacidad de trabajo y organización encomiables para llevar adelante su propuesta, que recién cumple su primera etapa con la presentación de más de medio millón de firmas que ahora hay que comprobar y depurar.

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Alarma de lo cotidiano

“Cuando despertó, el dragón chino todavía estaba allí”.

Terminó el estado de alarma en el Boletín Oficial del Estado, pero millones de españoles seguimos en vilo y alarmados por muchas cosas de la salud, del comer y del vivir en comunidad. Hay quien se alarma de la previsible algarabía de novillos y becerras a los que después de meses de toque de queda les dan la suelta nocturna un sábado de primavera, con su sangre alterada, su luna, sus estrellas y su dehesa que son los botellones sin control, mientras que por toda España permanecían cerrados entornos controlados como bares y restaurantes, y con ellos, miles de esperanzas de vida autónoma. Me pregunto por qué los cuerpos de seguridad del Estado no han vigilado preventivamente zonas de ocio que son de alto riesgo a determinadas horas de la noche para evitar desmadres, y sin embargo nuestros mandamases los han destacado durante meses en las líneas divisorias entre municipios y comunidades autónomas para recetar 600 euros a los Peláez, que eso de irse un viernes a Torre de la Horadada a hacer nada en su segunda residencia, lo mismo que en Murcia, debía ser pecado de leso negacionismo.

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