
Conozco personas inteligentes, formadas intelectualmente y sensibles a los retos medioambientales de nuestro tiempo y de nuestra Región que han prestado su firma a la iniciativa de la Plataforma SOS Mar Menor para que éste tenga personalidad jurídica propia, como conozco a otras que también lo han hecho después de una vida esparciendo voluntaria y conscientemente colillas y latas de cerveza por sus playas y parajes. Creo, aceptando que pueden existir tantas motivaciones como personas firmantes, que a todos ellos les une una misma cosa: la rabia y la indignación tras años de desidia, promesas incumplidas e impostura de tantos responsables políticos. La cuestión es si ese estado de ánimo es el mejor consejero a la hora de otorgar semejante poder a sus promotores, a los que cabe reconocer una capacidad de trabajo y organización encomiables para llevar adelante su propuesta, que recién cumple su primera etapa con la presentación de más de medio millón de firmas que ahora hay que comprobar y depurar.
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