Colón encadenado

A muchas víctimas de los actuales sistemas educativos les resultará bastante desconocido el hecho de que la reina Isabel la Católica dio orden de traer preso al almirante y virrey Cristóbal Colón y a sus hermanos, por incompetentes para el gobierno, arbitrarios, crueles y esclavistas. «¿Qué poder mío tiene el almirante para dar a nadie mis vasallos?». Y así vino de regreso de su tercer viaje Cristóbal Colón, encadenado. Volvió de nuevo a las Indias, pero ya no como virrey.

Los Reyes Católicos habían puesto un especial empeño desde el principio en exigir a los españoles que iban a América el buen trato que los pobladores merecían. A pocos días de morir, en 1504, en un anexo al testamento de la reina ésta insistía: «Nuestra principal intención fue procurar inducir y traer a los pueblos de allá y convertirlos a nuestra fe católica, y enviar a las dichas Islas y Tierra Firme prelados, y religiosos, y clérigos y otras personas doctas y temerosas de Dios, instruir a los vecinos y moradores de ellas en la fe católica, y enseñarles y adoctrinarles en las buenas costumbres, y poner en ello la diligencia debida, según en las letras de la dicha concesión se contiene, por tanto suplico al rey mi señor, muy afectuosamente, y encargo y mando a la princesa Juana, mi hija, y al príncipe Felipe, su marido, que así lo hagan y cumplan, y que este sea su principal fin, y que en ello pongan mucha diligencia, y que no consientan ni den lugar a que los indios, vecinos y moradores de las dichas Indias y Tierra Firme, ganadas y por ganar, reciban agravio alguno ni en su persona ni en sus bienes, sino que manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien y provean por manera que no se exceda en cosa alguna lo que por las letras apostólicas de la dicha concesión nos es mandado». Continuar leyendo “Colón encadenado”

Cultura abierta o gregarismo

Hasta los individualistas más entusiastas saben que el hombre vive en colectividades. Sea para solventar las necesidades de la vida, que diría Aristóteles, sea para irse de parranda.

Y no deja de ser curioso que esa enorme ganancia cultural que es la individualidad y, por tanto, la subjetividad, la libertad o la autonomía individuales tenga que trenzarse con la sociabilidad. Porque ambos aspectos resuenan positivamente pero, al mismo tiempo, se intuye que son piezas de difícil encaje.

El modo en que los individuos se relacionan para construir una estructura social no es inocuo. Ahí tenemos a hormigas, abejas, ovejas y demás ganado: todos individuos integrando sociedades que funcionan como la seda. Diríamos que cada individuo se limita a ser un engranaje del mecanismo o, lo que es lo mismo, cada individuo es prescindible, sólo interesa por la función que desempeñan en su sociedad. Bergson, al hablar de este tipo de agrupaciones, las denomina sociedades cerradas. Continuar leyendo “Cultura abierta o gregarismo”

Días de clase

Ernesto Blanco: Sísifo.

Cualquier película de terror comparada con la rutina del trabajo se convierte en una sesión para niños.

La mayoría de los trabajos en nuestras sociedades modernas no dejan de ser rutinarios y repetitivos. Los días se amontonan y la expresión deja vù deja de tener sentido para un hombre encerrado en los muros de una fábrica, una oficina o un aula.

Como sostiene Albert Camus, los trabajadores no dejan de ser una variante del héroe griego Sísifo, condenado por los dioses a un castigo eterno: Subir una piedra hasta la cima de una montaña y dejarla caer para volver a subirla una y otra vez, en un ciclo eterno de rutinarias repeticiones.

¿Qué piensa Sísifo mientras vuelve a la parte baja de la montaña para empezar de nuevo? Piensa lo mismo que cualquier profesor cuando acaba el curso: “Todo está bien”. A pesar de la conformidad y de la rutina, cada promoción no deja de ser única y cada adolescente una nueva oportunidad para comprender el mundo a través de su mirada rebelde.

Mientras espero llegar de nuevo a la falda de la montaña, recuerdo (a modo de discurso de clausura en el instituto Dr. Pedro Guillén de Archena, donde trabajo), lo que hace unos meses pensé cuando caminaba por su parte baja. Continuar leyendo “Días de clase”

La vida padre con las células madre

Las células troncales humanas, conocidas popularmente como ´células madre´ representan hoy día un filón científico y terapéutico realmente excepcional aunque su uso y obtención no están exentos de problemas médicos y jurídicos, sobre todo las que proceden de embriones humanos.

No faltan quienes piensan que, puesto que su uso puede ser la panacea de la medicina regenerativa, no hay más que hablar: nada de enredarse con cuestiones éticas, que vamos a lo que vamos. En esta línea, están proliferando clínicas que publicitan tratamientos milagrosos para patologías diversas (cáncer, diabetes, fracturas óseas, lesiones coronarias, paraplejias, Alzheimer, Parkinson, etc), antienvejecimiento o simples retoques estéticos. Parece que lo mismo valen para un roto que para un descosío y gracias a ellas nos cabe esperar una gran y larga vida: la vida padre gracias a las células madre, vamos.

Cuando digo ´simples retoques estéticos´ no pretendo quitarle importancia a la estética, ni mucho menos. Tampoco procede rebajar la ética, que está muy feo desvestir a un santo para vestir a otro. Y si la estética tiene que ver con cómo nos vemos y cómo nos ven los demás, la ética tiene que ver con qué hacemos y cómo somos. La cuestión ética se plantea porque sabemos que no todo lo que es (técnica o científicamente) posible es tolerable. En el caso que nos ocupa, el debate ético se plantea porque parece que hay ventajas (quizá no tantas ni tan milagrosas como dice la publicidad de las farmacéuticas) pero hay que trastear el embrión humano que es siempre asunto delicado. Continuar leyendo “La vida padre con las células madre”

Caminan entre nosotros

Al igual que ya hicieran en su momento ese puente de Londres o Las Ramblas de Barcelona, la cueva de Tham Luang se ha convertido estos días en otro escenario que nos ha vuelto a recordar eso que a veces olvidamos: los héroes sí existen. No esos que llevan capa y tienen súper poderes, ni tampoco esos millonarios y famosos que mitificamos a diario gracias a la prensa rosa y a la televisión. Me refiero a los otros. Los de verdad. Esos héroes anónimos, humildes, con cicatrices y con preocupaciones cotidianas que bien pueden parecerse a las nuestras.

Esos héroes, que son muchos, están entre nosotros. Más cerca de lo que pensamos. Seguro que conocemos a alguno. Son esos padres que se desviven para que sus hijos sean felices, esos abuelos que siempre están ahí, esos jóvenes que ceden su asiento en el bus o que ayudan a llevar las bolsas de la compra o esos niños que ayudan a sus compañeros de patio a levantarse si se caen. Personas que piensan en los demás, que ayudan a los demás y que, en algunos casos, no dudarían en jugarse la vida por los demás sin esperar nada a cambio. Esos son los verdaderos héroes. Continuar leyendo “Caminan entre nosotros”