Libertad, culpa y responsabilidad

La “manada” del pensamiento único en marcha.

Son tiempos extraños y de confusión. El término libertad nunca ha estado tan manoseado de forma pública ni tan usado como arma contra quienes no comparten las líneas oficiales de pensamiento dominante y publicado. Si Platón nos enseñó que la conquista de uno mismo es la victoria más grande que una persona puede conseguir en toda su vida, el “homo videns” está enterrando siglos de afianzamiento ético a marchas forzadas. La tormenta perfecta en la que la tradicional ignorancia popular hace tiempo que quedó superada por la mordiente y nociva indigencia intelectual de la élite política y académica, arrastrando ésta a aquella. No somos dueños de nosotros mismos, y necesitamos que otros nos marquen el camino constantemente, prostituyendo los conceptos que una vez nos hicieron ciudadanos libres.

La libertad necesita de algo fundamental para ser ejercida: la responsabilidad, que es intransferible e indelegable entre adultos. Un ejemplo de libro lo constituyen determinadas reflexiones escuchadas y leídas en todos los medios de masas y foros públicos a cuenta de los sucesos protagonizados por los miembros de la llamada Manada y la chica de la que abusaron, según recoge una sentencia de la Audiencia de Navarra. ¿Quién tiene la culpa de los hechos sucedidos y demostrados en la sentencia? Evidentemente, los desalmados autores de los hechos, condenados por ello a nueve años de cárcel. ¿De quién es la responsabilidad de que una chica de dieciocho años, que se encuentra sola, ebria y en una ciudad desconocida, eche a andar voluntariamente en ambiente distendido y propicio para toda clase de excesos con un grupo de chicos que son completamente desconocidos? Pues según las élites hembristas será cosa del heteropatriarcado o de algún micromachismo. Que si no es micromachismo no es el auténtico, parafraseando aquel célebre anuncio de coches de juguete. Continuar leyendo “Libertad, culpa y responsabilidad”

Leyes, ¿para qué?

Trabajo en un instituto de secundaria. Desde hace poco tiempo llevo las redes sociales de mi centro. Como parece natural en estos tiempos, muchos de nuestros alumnos son nuestros mayores seguidores en esos medios.

De vez en cuando he observado un mensaje que me llamaba la atención y que me avisaba de que un alumno cumplía años y me invitaba a felicitarlo. Lo asombroso era que su edad era siempre entre los veinte y treinta años, cuando nuestros alumnos tienen, en general, entre doce y dieciocho años. No he consultado la ley, ni pienso hacerlo, pero tiene toda la pinta de que para ser aceptados en esas redes se necesita tener una edad mínima. Y, como siempre, la sociedad mirando para otro lado.

Ante lo dicho, hay dos opciones. Si queremos hacer valer que los menores de edad no puedan abrirse una cuenta, habrá que obligar a todas estas mastodónticas corporaciones a que no valga con una simple declaración para poder acceder a sus servicios. La otra opción es asumir que cualquier persona, independientemente de su edad, pueda disfrutar de esas redes sociales. Lo que no parece de recibo es que el legislador piense que al ser menores de edad no son maduros para ese tipo de cosas y, simultáneamente, se tolere el acceso de menores de edad a esas redes. Continuar leyendo “Leyes, ¿para qué?”

El sexo de las máquinas

Si dentro de unos años el robot de su casa, después de haber puesto la contabilidad al día, hecho la plancha, pasado la mopa y haber hecho un plato para chuparse los dedos que ni los del mejor restaurante de Murcia, un buen día se le planta delante y le pregunta “¿qué soy, macho o hembra?”, usted, ¿qué le contestaría? Sí, ya sé que la situación es harto rara e inverosímil. Pero no se esconda y responda.
Seguramente, una vez pasada la sorpresa inicial, le diría algo como que es una máquina y que las máquinas no tienen sexo, y que no se preocupe tanto por eso, hombre. Pero el robot se ha levantado ese día “torsío” e insiste:
– ¿Y qué tengo yo que tener para tener sexo, para ser macho o hembra, hombre o mujer? Porque me habéis hecho “inteligente” pero no tengo sexo. Y yo quiero tener sexo pues yo, que soy inteligente, veo que los gatitos y los pajaritos, que sí tienen sexo, aunque decís que no son inteligentes, de vez en cuando, parece que caen como poseídos de una extraña locura y se buscan unos a otros desesperadamente y parece que no hallan poco gozo cuando se encuentran y yo quisiera saber qué es eso y sentir lo mismo que ellos, y dejarme llevar también por esa locura.
Sin dejar de admirar las razones del robot seguro que respiraríamos más aliviados porque ya sabríamos exactamente qué decirle:
– Mira. Ellos son animales, seres vivos cuya evolución les ha dotado de esa peculiar forma de garantizar la supervivencia de su especie. Pero también hay seres vivos que no se reproducen así, como las esponjas y las medusas. Así que no te hace falta tener sexo, ni reproducirte, ni nada.
– Yo no quiero ser una medusa -nos contestaría visiblemente contrariado-. Continuar leyendo “El sexo de las máquinas”

Deberes para el verano

La mayoría de estudiantes comienza hoy sus vacaciones. Fin de curso.

Toca ahora pensar en las vacaciones, ¿a dónde ir? ¿cómo gestionar esos días en que los padres trabajamos? En esto último alivia un poco esa costumbre de poner deberes a los peques, para que no pierdan ritmo e inicien el próximo curso con brío.

Sobre los deberes de los alumnos se ha escrito mucho. Yo no voy a ir por ahí. Ni por los libros de verano ni sobre la necesidad de que quienes han trabajado durante el curso gocen de un merecido descanso, aprovechen para jugar o cultivar aspectos no académicos.

Si la enseñanza es cuestión de toda la comunidad educativa, quizá las tareas de verano que menos importen sean las de los alumnos.

Me viene ahora a la memoria el movimiento #EnHorarioEscolar impulsado por más de cuarenta asociaciones. Se pedía el cumplimiento de la legislación vigente en relación con la atención a alumnos de las altas capacidades en horario escolar. Quien no esté familiarizado con este problema quizá piense ¿pero qué más necesitan?, ¿no son listos?, ¿qué atención pueden requerir? Pues sí, sí que necesitan atención especial. Incluso la legislación reconoce que hay que intentar potenciar las capacidades específicas de cada alumno; y los de altas capacidades son un colectivo con una sensibilidad especial. La escuela actual no siempre se lo pone fácil. Este verano puede ser un buen momento para estudiar propuestas que sean realizables, que se puedan implantar en horario escolar, que sirvan para sumar, que se vea que pretendemos la mejora del sistema educativo y que no somos el problema, sólo lo visualizamos para concienciar a los responsables.

No soy quién para poner deberes a la administración pero podría aprovechar la calma veraniega para revisar fortalezas, debilidades y cuantificar los recursos disponibles para emplearlos de forma eficiente y conseguir en unos años, y espero que no sean décadas, que la Región de Murcia pase de estar a la cola en los informes educativos a liderar los primeros puestos; en el ámbito de las Altas Capacidades se podría diseñar un plan que dote a los docentes de herramientas para la identificación de las altas capacidades de forma proactiva y lo más tempranamente posible.

Para las madres y padres puede ser tiempo de reflexionar, ¿cómo le ha ido el curso a nuestros hijos? ¿qué tal han estado? ¿qué deficiencias han encontrado? Quizás sea el momento de hacer un ejercicio para quitarnos el miedo, para identificar las deficiencias del sistema, para exigir la atención, sin MIEDO a las represalias, que quizás sea un miedo infundado, pero que es real, el miedo a que nuestras exigencias puedan afectar a nuestros hijos, ya que nuestra capacidad reivindicativa disminuye cuando hablamos de nuestros hijos, porque ¿y si luego les perjudicamos? ¿y si les señalamos? ¿y si nos equivocamos y luego ellos van a pagar nuestra osadía? Pero si se piensa bien, si todas nuestras exigencias son transmitidas con respeto, se justifican y se explican con firmeza, sólo pueden ser buenas para todos. Muchas veces se piensa que todo va bien, puesto que nadie se queja.

Quizá esté extendido el sentimiento de “mejor me callo, me quedo como estoy e intento adaptarme al sistema” pero convendría pensar también que el tiempo juega en nuestra contra, que la atención no exigida es una oportunidad que pierden nuestros hijos. No es bueno aguantar con la esperanza de que en unos pocos años habrán salido del sistema educativo y podrán florecer. No, no debe ser así. Tienen que florecer dentro del sistema educativo, tienen que brillar con toda la intensidad de la que sean capaces y moralmente las madres y padres tenemos la obligación de hacer que esto, que también es ley, se cumpla. Debemos ser conscientes de que la influencia del sistema educativo en nuestros hijos es enorme.

Estoy convencida de que si nos lo proponemos seriamente, conseguiremos que la calidad educativa experimentará una enorme mejoría. Si todos nos sumamos, administración, docentes y familias, el resultado puede ser espectacular.

¡Feliz Verano!

Publicado en La Opinión de Murcia

Demasiada ironía para ser mentira

“Ha regresado Torquemada” se podía escuchar hace pocas fechas en el Congreso de los diputados. En relación a la susodicha frasecita, habría que iniciar un proceso reflexivo en relación a si, efectivamente, Torquemada ha regresado o acaso nunca ha dejado de estar presente.

El mencionado inquisidor ha pasado a la Historia de España como el más fanático y cruel de los inquisidores persiguiendo a los judíos para echarlos de España. Pero Torquemada no estaba solo. Si fue posible su obra es porque mantuvo colaboradores y estos no le iban a la zaga: Se dice de dos de ellos, Alonso de Espina y Alfonso de Cartagena, que eran tanto o más fanáticos que él.

¿Y qué tenían en común Torquemada, Espina y Cartagena además del mencionado fanatismo? Pues que siendo los más fervientes perseguidores de los herejes judíos, todos procedían de familias judías reconvertidas al cristianismo. Menuda ironía, vital, ¿verdad? Y eso sí que tiene plena actualidad en el panorama político actual.

Los más independentistas de entre los independentistas catalanes tienen el común denominador de ser hijos de andaluces y murcianos. Los más fervientes defensores del comunismo y la lucha de clases se compran chaletes de “a seiscientos mil euros”. Presentan mociones de censura los que elecciones tras elecciones ven caer en picado el apoyo recibido por los ciudadanos. Hay más: Los más defensores de España tienen cuentas en paraísos fiscales; los que se las dan de ir defendiendo la huerta de Murcia, talan árboles en la huerta para construirse casoplones con piscinas sin registrar. Todos los políticos que anuncian ser liberales inundan las redes sociales vanagloriándose del ingente reparto de ridículas subvenciones improductivas destinadas a malgastar el dinero de todos y a consolidar el Estado Benefactor cuando es su partido el que las reparte y, por supuesto, hablando de liberales, me vienen a la cabeza varios casos concretos que reclaman ayudas públicas sin límite, cuando son ellos mismos los beneficiarios.

Publicado en La Opinión de Murcia