La mayoría de estudiantes comienza hoy sus vacaciones. Fin de curso.
Toca ahora pensar en las vacaciones, ¿a dónde ir? ¿cómo gestionar esos días en que los padres trabajamos? En esto último alivia un poco esa costumbre de poner deberes a los peques, para que no pierdan ritmo e inicien el próximo curso con brío.
Sobre los deberes de los alumnos se ha escrito mucho. Yo no voy a ir por ahí. Ni por los libros de verano ni sobre la necesidad de que quienes han trabajado durante el curso gocen de un merecido descanso, aprovechen para jugar o cultivar aspectos no académicos.
Si la enseñanza es cuestión de toda la comunidad educativa, quizá las tareas de verano que menos importen sean las de los alumnos.
Me viene ahora a la memoria el movimiento #EnHorarioEscolar impulsado por más de cuarenta asociaciones. Se pedía el cumplimiento de la legislación vigente en relación con la atención a alumnos de las altas capacidades en horario escolar. Quien no esté familiarizado con este problema quizá piense ¿pero qué más necesitan?, ¿no son listos?, ¿qué atención pueden requerir? Pues sí, sí que necesitan atención especial. Incluso la legislación reconoce que hay que intentar potenciar las capacidades específicas de cada alumno; y los de altas capacidades son un colectivo con una sensibilidad especial. La escuela actual no siempre se lo pone fácil. Este verano puede ser un buen momento para estudiar propuestas que sean realizables, que se puedan implantar en horario escolar, que sirvan para sumar, que se vea que pretendemos la mejora del sistema educativo y que no somos el problema, sólo lo visualizamos para concienciar a los responsables.
No soy quién para poner deberes a la administración pero podría aprovechar la calma veraniega para revisar fortalezas, debilidades y cuantificar los recursos disponibles para emplearlos de forma eficiente y conseguir en unos años, y espero que no sean décadas, que la Región de Murcia pase de estar a la cola en los informes educativos a liderar los primeros puestos; en el ámbito de las Altas Capacidades se podría diseñar un plan que dote a los docentes de herramientas para la identificación de las altas capacidades de forma proactiva y lo más tempranamente posible.
Para las madres y padres puede ser tiempo de reflexionar, ¿cómo le ha ido el curso a nuestros hijos? ¿qué tal han estado? ¿qué deficiencias han encontrado? Quizás sea el momento de hacer un ejercicio para quitarnos el miedo, para identificar las deficiencias del sistema, para exigir la atención, sin MIEDO a las represalias, que quizás sea un miedo infundado, pero que es real, el miedo a que nuestras exigencias puedan afectar a nuestros hijos, ya que nuestra capacidad reivindicativa disminuye cuando hablamos de nuestros hijos, porque ¿y si luego les perjudicamos? ¿y si les señalamos? ¿y si nos equivocamos y luego ellos van a pagar nuestra osadía? Pero si se piensa bien, si todas nuestras exigencias son transmitidas con respeto, se justifican y se explican con firmeza, sólo pueden ser buenas para todos. Muchas veces se piensa que todo va bien, puesto que nadie se queja.
Quizá esté extendido el sentimiento de “mejor me callo, me quedo como estoy e intento adaptarme al sistema” pero convendría pensar también que el tiempo juega en nuestra contra, que la atención no exigida es una oportunidad que pierden nuestros hijos. No es bueno aguantar con la esperanza de que en unos pocos años habrán salido del sistema educativo y podrán florecer. No, no debe ser así. Tienen que florecer dentro del sistema educativo, tienen que brillar con toda la intensidad de la que sean capaces y moralmente las madres y padres tenemos la obligación de hacer que esto, que también es ley, se cumpla. Debemos ser conscientes de que la influencia del sistema educativo en nuestros hijos es enorme.
Estoy convencida de que si nos lo proponemos seriamente, conseguiremos que la calidad educativa experimentará una enorme mejoría. Si todos nos sumamos, administración, docentes y familias, el resultado puede ser espectacular.
¡Feliz Verano!
Publicado en La Opinión de Murcia