El patriotismo económico

Cuando España fundaba universidades…

El crecimiento experimentado por la economía española desde la década de los 60 ha sido exponencial y las mayores tasas de crecimiento se dieron, precisamente, en la década mencionada.

Esto es lo que dicen los datos. Desde esa perspectiva, es un hecho rotundo e irrefutable.

Otra cosa es que a uno no le guste ese hecho porque sus entendederas no le permitan admitir que algo bueno ocurriese en España en aquellos tiempos. Es un hecho pero, quizá como todo, puede ser contextualizado o interpretado. Así, por ejemplo, se puede indicar que el punto de partida de aquel crecimiento era penoso, tan bajo que casi no podía ocurrir otra cosa que mejorar.

Dicho esto, no quiero dejar de mencionar algunas claves que han caracterizado el crecimiento español durante todos estos años. Todos los periodos en los que hemos crecido mucho han coincidido con impulsos o procedimientos de apertura exterior: la incorporación de España en la actual UE, la asunción del euro como moneda única, o la apertura de fronteras a los capitales extranjeros son claros ejemplos de lo que vengo a destacar.

Además, parece que esos años en los que hemos crecido mucho, por encima de otros países de nuestro entorno y que permite acortar las diferencias que nos separan, se han puesto en marcha políticas económicas que, de una u otra forma, han consolidado tales tasas de crecimiento. No todo es fruto de la casualidad. Y hete aquí donde tenemos el gran problema.

La productividad total de los factores de la economía española está estancada desde los años 90. El asunto es preocupante: para hacérnoslo mirar, que se dice ahora.

En relación tanto al capital físico como al capital humano, nuestra evolución es acorde con la de cualquier economía desarrollada. Esto es normal sencillamente porque somos una economía desarrollada. No falta quien se sorprenda o viva en el permanente acomplejamiento también en este aspecto y, más allá, pretenda imponernos su errónea visión de la situación de la economía de nuestro país.

Parece claro que, desde el punto de vista de la eficiencia, llevamos estancados aproximadamente 30 años. No hemos sido capaces de combinar adecuadamente el talento y el capital. Hemos sobrecalentado la economía porque se ha abusado del impulso a sectores cuyo efecto sobre el PIB era inmediatamente observable, al margen de que se produjesen o no burbujas. Nos hemos enfocado, en suma, en una política de parcheo en vez de pensar en cuáles son nuestros concretos problemas y dónde poner el dinero público para que la investigación se traduzca efectivamente en resultados escalables y replicables.

Economía es un término griego compuesto de oikos (casa) y nomos (ley, gobierno, regulación) de modo que, originariamente, la economía alude a la administración de las cosas del hogar, de la casa. Si la casa es, en sentido amplio, el hogar patrio, la economía también se ocupa de la gestión de los bienes de la nación. Y a eso hemos aludido en las líneas precedentes. Un hogar, una patria, bien ordenada mira en primer término a consolidar su bienestar y fortalecer lo que le permite consolidarse.

No obstante, parece que de un tiempo a esta parte nuestros dirigentes enfocan la economía no hacia las necesidades domésticas sino atendiendo a lo que conviene fuera de nuestras fronteras. Parecen, por decirlo de otro modo, más preocupados por agradar a otros líderes mundiales, los más importantes, que por satisfacer las necesidades de la economía española e incrementar nuestros niveles de bienestar. Ese planteamiento explica que no se ponga reparo alguno cuando se habla de estrategia digital, lucha contra el cambio climático o la necesidad de negociar fondos europeos destinados a la agricultura, en vez de procurar adecuar las políticas comunitarias con las verdaderas necesidades estratégicas de España.

Es por esta razón que tiene sentido hablar de patriotismo económico entendido como mirar qué es lo que más interesa económica y socialmente tanto a nuestra actual generación como a las generaciones venideras. Hubo un tiempo en el que España iba por el mundo fundando universidades. Para lo que nos hemos quedado.

Publicado en La Verdad de Murcia (9/04/2021)

Rubén Martínez

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