Cuando aquel tímido chaval de ocho años andaba todo el día dando balonazos frente al bar de su abuelo, por las calles del pueblo de la Mancha o en el colegio en sus ratos libres, tuvimos suerte de que sus padres, humildes y trabajadores, resolvieran inscribirlo en las pruebas de selección de las categorías inferiores del Albacete Balompié. Vieron su pasión y potencial y creyeron en él. Podían haberse echado atrás, por si le quitaba tiempo de estudio y deberes. Pero no. Y tuvimos suerte.
A los doce años, compaginando colegio y fútbol a 44km de casa, un ojeador de un club de primera le ofreció un proyecto deportivo y escolar adaptado para que pudiera mejorar su rendimiento y estudiar. Tan joven, temeroso y no sin sacrificio personal optó por ese proyecto que huía de la uniformidad del sistema educativo para seguir un camino que no sabía adónde le iba a llevar. Y tuvimos suerte de que así fuera.
Cuando en los momentos más duros de soledad del chaval, en una ciudad diferente, un sistema diferente, alejado de su familia, su tenacidad le permitió persistir. Y todos los españoles tuvimos mucha suerte.
Ese chaval, con alta capacidad deportiva e inteligencia futbolística, se convirtió en uno de los jugadores más brillantes de nuestro fútbol coronando su carrera no sólo con múltiples títulos para el equipo que lo fichó, sino también con el gol de la final de la Copa del Mundo un 11 de julio de 2010.
Andrés Iniesta se retira esta temporada. Y se nos encoge un poco el corazón porque el de Fuentealbilla, como al finalizar un buen libro que hemos saboreado, también lo hemos hecho parte de nuestra vida. El talento de Iniesta es un éxito que sentimos todos y para todos.
Pero el de Andrés no es sólo un caso de éxito por mérito. Lo es también por superar todas las trabas que la uniformidad del sistema educativo impone. Y así, tuvimos especial suerte. Porque en el camino de cualquier español, muchas son las barreras a sortear para que el talento consiga brillar.
Hoy en día, debido a la capacidad económica de los clubes deportivos, pocos ponen en duda que el sistema educativo debe adaptarse para cuidar el talento deportivo. Las Olimpiadas de Barcelona 92 fueron un acicate que espoleó conciencias para cultivar el talento deportivo mediante el ejemplo, el esfuerzo y la adaptación. Pero esto desaparece cuando hablamos del talento intelectual. Socialmente sigue sonando raro. Persiste la idea de que un niño con Altas Capacidades Intelectuales simplemente no precisa ayuda, ni adaptación, ni esfuerzo. ni ejemplo. Se asume que tiene suerte de no precisar nada en la escuela. Es como si al de Fuentealbilla le hubieran dado una palmadita en la espalda en lugar de una oportunidad. Absurdo.
A pesar de que la LOMCE tiene una suficiente previsión normativa para tratar la diversidad de las altas capacidades no se lleva a la práctica. Nuestro sistema educativo, obsesionado con la uniformidad, tiende a la mediocridad condenando al hastío a quienes destacan. Es más tras la repetitiva jornada escolar, se les “premia” alargando el tiempo lectivo por la tarde mientras que sus amigos disfrutan lejos de la maldición de las Altas Capacidades.
Si, de acuerdo con la Teoría de inteligencias múltiples, un 10% de los alumnos son de altas capacidades, resulta difícil disponer de recursos económicos como el F.C. Barcelona para adaptar la formación. O que tengan la suerte y la tenacidad de Andrés para conseguir brindarnos un gol en los campos de la Medicina, la Física, la Ingeniería, las Matemáticas, la Economía, la Danza, la Música u otros deportes y disciplinas.
Nuestro sistema educativo tiende a adaptar el alumno a su rigidez en lugar de adaptarse a las necesidades del estudiante. No obstante, disponemos de disposiciones normativas para comenzar a considerar la atención a la diversidad como inversión y no como gasto. ¿Y si todo este potencial bien cuidado permitiera en un futuro próximo descubrir curas de enfermedades, o nuevas formas de almacenamiento de energía o mejorar el conocimiento de nuestro cuerpo humano o desarrollar teorías de organización económica que facilitara equilibrios óptimos y mejores negociaciones?
Desde la semana pasada, unas 40 asociaciones sobre Altas Capacidades han coordinado la campaña a nivel estatal con el hashtag #EnHorarioEscolar (que pueden consultar en redes sociales) para reivindicar algo tan simple y necesario: que la atención a la diversidad sea en horario de clase y que se aplique la ley.
Tal vez deberíamos reflexionar sobre Andrés Iniesta y pensar en marcar el gol más importante para nuestro futuro, en lugar de obstinarnos en marcarnos gol en propia meta y esperar como de costumbre que nuestros avances sean, una vez ahogado el talento, por pura suerte.
Publicado en La Verdad de Murcia