“…las cosas del votar”

Si queremos recoger sandías no conviene sembrar alfalfa. Se recoge lo que se siembra. Luego intervienen muchos factores: el clima, el suelo, los cuidados del agricultor y hasta la buena o mala fortuna. Pero hay un factor que no interviene para nada: la intención del sembrador. Si ha sembrado alfalfa con la intención de recoger sandías, podemos decir no sólo que no tendrá sandías sino que es idiota.

Al margen su intención, quienes han votado socialismo recogerán lo que siempre, inevitablemente, produce la izquierda: miseria económica (repunte del paro, vamos a tributar hasta por los regalos de boda, las empresas huirán y los más pobres perderán sus herencias). Sin irnos a Venezuela o Cuba, en España fue así con Felipe González que dejó la enseñanza iniciando su descenso a los infiernos y un paro brutal. Fue así con Zapatero quien casi quiebra el país (acuérdense de la prima de riesgo). Y será así con Pedro Sánchez. Y cada vez que se apliquen políticas socialistas.

No es que yo tenga dones proféticos o demoscópicos: es que tengo años y sé que sembrar socialismo es recoger miseria, como que cuando se siembran alfalfa, habrá alfalfa. O ni eso, porque como el próximo domingo también en Murcia sembremos socialismo, no sé de dónde vamos a sacar el agua para regar. El hundimiento económico al que vamos sólo sorprenderá a quienes creen en la buena intención y sinceridad de quien, sembrando alfalfa, promete sandías. Luego se le puede echar la culpa a la derecha, al capitalismo o al demonio meridiano. La culpa, de quien sea; la alfalfa, para nosotros, para recorrer ese “camino de servidumbre” que, al decir de Hayek, es el socialismo y que no anda lejos del camino del infierno, sembrado de intenciones tan buenas como necias.

No todo es economía, claro. Está reciente la muerte de Rubalcaba. La decencia ha contenido a muchos de recordar los GAL, el bar Faisán, la gestión del 11M y algunas otras lindezas que la manipulación de la memoria histórica en la que estamos convertirá en gloriosas aportaciones a la construcción del Estado como a otros los hace “héroes de la retirada” u “hombres de paz” según procede ahora denominar en el lenguaje políticamente corregido a Josu Ternera u Otegui.

Estábamos en Rubalcaba. Y Rajoy. El hombre tranquilo que rompe su mutismo e inacción para reivindicar a Rubalcaba como hombre de Estado, héroe de la paz y la democracia. Poco más y pide el voto para el Psoe. Quizá recuerden que la ruina y el hartazgo que el socialismo zapateril había producido proporcionaron a Rajoy una mayoría aplastante. ¿Qué hizo entonces con ese mandato de las urnas? Nos salvó de la ruina; las cosas como son: muy bien por el PP.

Pero hizo más. Invitó a conservadores, liberales y provida a abandonar el PP: que se fueran y fundaran otro partido. Los que se fueron a Cs ahí andan, digiriendo que en Andalucía el partido prefiera a Podemos. Y que, como mostraba Montiel hace poco y es evidente, votar a Cs y votar a la Psoe tanto monta monta tanto Isabel como Franco. Y dicen ahora los fans de Rajoy que Vox divide la derecha: diga usted que sí, Don Mariano, que ya decía Sartre que el infierno son los otros y que cuanto mejor peor porque cuanto peor mejor. Para todo y para todos. Ese PP que dividió la derecha expulsando a chorros a sus votantes tradicionales, resulta que ahora descubre que si hubiesen ido unidos, les habría ido mejor. Unos linces, oye.

Pero Rajoy hizo más. O no: dejó intacto todo el legado legislativo de Zapatero. Y en Murcia, hasta el corvejón.

La memoria histórica, al Estatuto aprobado con alevosía por esos cuatro. Establece que Lorca fue el único fusilado en la Guerra aquella, mientras que Muñoz Seca murió en Paracuellos de muerte natural (y es verdad: que cuando te fusilan, lo natural es morirte), prohíbe investigar o publicar algo que cuestione la visión oficial progre (esa que dice que los de derechas son malos malísimos).

No muy lejos de aquí, en Valencia, el día de la madre a una empresa se le ocurrió publicitar la generosidad de las madres. Pues le ha caído una multa de 3.000€: porque el estereotipo progre de la mujer no es ese. Ahí quedan las barbas del vecino, con las mismas leyes ideológicas que se han aprobado en Murcia con la sumisa sonrisa del PP y Cs. Leyes que nos prohíben contar a nuestros hijos los cuentos que no les gusta a la progresía o que empleemos expresiones tan ofensivas como “apreciado lector” y un largo y cansino etcétera.

En el parlamento andaluz, el portavoz de Vox se estrenó diciendo que su formación se negaba a usar el lenguaje sectario impuesto por la izquierda, lo cual viene a significar que están hartos de que cuando dicen “ciudadanos” les corrijan con lo de “ciudadan@s”: que ellos usan el lenguaje de toda la vida, lo normal. Eso podría repetirse aquí.

Vox dice con la boca llena que uno de sus objetivos es luchar contra la imposición ideológica de lo políticamente correcto. Es un movimiento ciudadano harto (no indignado: harto) de la ideología oficial, que quiere recobrar (ante la inacción o incapacidad de PP y Cs) el sentido común, la libertad de opinión y las decisiones sobre la educación de los hijos.

Pues ustedes verán: si quieren miseria y opresión, voten izquierda. Si no quieren el menú completo de la izquierda, pueden votar lo que queda del partido de Rajoy o Cs, tanto monta. Si, por el contrario, están hartos y quieren plantarle cara en serio al socialismo, a la imposición, a las rufianadas de los presos-diputados y demás insultos al sentido común, sólo queda Vox.

Publicado en La Opinión de Murcia

Manuel Ballester

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