“La libertad es algo tan grande que no cabe en los cerebros estrechos. Por tanto, el excedente se desborda convertido en algo nauseabundo”.
Roberto Gómez Bolaños. Cómico, escritor, director y dramaturgo mejicano (1929– 014).
He leído decenas de artículos calificando como censura la condena que dictó la Audiencia Nacional contra uno que dice que canta y que se hace llamar Valtonyc. Sin embargo, ninguno de estos paladines de la libertad de pensamiento ha tenido el detalle de transcribir las ´canciones´ en cuestión para que seamos los lectores quienes podamos dilucidar en libertad si, efectivamente, hay censura hacia una forma de expresión artística, o por el contrario, defensa legítima y su consiguiente castigo ante lo que puede ser un atentado al honor de personas e instituciones o enaltecimiento del terrorismo. En una de ellas, encargo expreso de Pablo Manuel Iglesias para el programa de televisión La Tuerka, dice textualmente el pollo: «El rey Borbón y sus movidas, no sé si cazaba elefantes o iba de putas. Son cosas que no se pueden explicar, como que para hacer de diana empleaba a su hermano y mientras doña Sofía follando».
En otra, dice: «tu bandera española está más bonita en llamas, igual que un puto Patrol de la Guardia Civil cuando estalla». También, dedicado a Bauzá, político del PP en Baleares: «Bauzá debería morir en una cámara de gas, pero bah!, eso es poco, su casa, su farmacia, les prenderemos fuego». Creo que como muestra es bastante.
Imagino que estos defensores de la ´libertad de expresión´ tampoco consideran enaltecimiento del terrorismo las webs yihadistas en las que unos señalan y otros, después, aprietan el botón o el gatillo. Total, si el caso es confundir continente y contenido qué más da escribir una canción que un blog. Están en su derecho como otros lo estamos de pedir que los metan en la cárcel, ciñéndonos todos a la ley vigente. Pero lo que de verdad debería escandalizar es la hipocresía de estos totalitarios, para los que decir que los niños tienen pene y las niñas tienen vagina es un ataque intolerable a los derechos de no se sabe quién, y no libertad de expresión. Se ve que la carrocería de un autobús no tiene la consideración de lienzo que sí tiene la tapia del melonar.
Porque en su afán de controlar hasta el último resquicio de pensamiento libre, la izquierda española más totalitaria ya bendice con la categoría de arte o artista a cualquiera que tenga como profesión ´sus activismos´, pero no los del contrario. Por ejemplo, Valtonyc es un ´artista´, está claro, y por eso los demás tenemos que aguantar cualquier rebuzno que salga de su pecho. Pero un cartel de discoteca de pueblo, con fotografía de señora posando en paños menores anunciando la fiesta de la espuma es intolerable, porque como todo el mundo debería saber, esa fotografía en particular no es una expresión artística. Las tetas (sólo de señora) en un cartel son malas porque atentan contra la dignidad de las mujeres, aunque la mujer que las enseña lo haga en pleno uso de su libertad y facultades. Las tetas de las activistas de Femen son buenas porque sólo se las enseñan a curas, políticos de derechas y cualquier perfil que entre en su peculiar catálogo de insectos a exterminar. Desear o alentar que a otro le quemen la casa o el negocio en una canción es arte porque va contra los ´fachas´. Y este es el nivel, Maribel.
Ignorante de mí, que siempre pensé que la categoría de arte y artista la dan la pátina del tiempo y el parecer mayoritario del público. Pues no. Hoy, en España, la diferencia entre arte o delito sólo pueden dictaminarlo la izquierda totalitaria y los galeristas y artistas de su cuerda. Decía José Martí, político republicano, filósofo y periodista cubano que «la libertad obliga a la prudencia: los mutuos deberes del respeto». Obsérvese el matiz: Debemos ser libres, y obligarnos a no ejercer nuestra libertad contra nadie. En España, la censura previa sobre cualquier asunto, persona, idea o entidad está prohibida por la Constitución. Esto quiere decir que se pueden expresar ideas o pensamientos por cualquier medio, con unos límites muy precisos y perfectamente definidos: el respeto al resto de derechos fundamentales, especialmente al honor, a la intimidad y a la propia imagen.
Además, por si fuera poco, últimamente tenemos que tragarnos que toda esta ´represión´ es por obra y gracia de la Ley de Seguridad Ciudadana del año 2015, cuando estos hechos sucedieron en 2012, y es obvio que han sido juzgados con arreglo a las normas vigentes en el momento de cometerse. No es otra cosa que el victimismo, tan de moda en todos los ámbitos reivindicativos actuales. Junto con la posverdad, el cóctel perfecto para que el niñato Valtonyc pueda rebuznar creyendo que trina como un jilguero y que se le encarcela por escribir canciones. O por sus ideas, como si las tuviera.
Publicado en La Opinión de Murcia