Echarse a nadar

El mundo que nos ha caído en suerte está lleno de sorpresas.

Hace no mucho puse en Facebook un vídeo en el que se veían frente a frente unos tractores y unos policías. Enseguida fui informado de que ese vídeo había sido verificado por verificadores de postín y había sido hallado “falto de contexto”.

El hecho sorprendente de que todo el sector primario europeo esté luchando por sobrevivir frente a la agresión de la normativa que aprueba la Unión Europea (con el apoyo de todos los partidos menos uno) no parece suficiente contexto.

Podría ser. Pero también podría ser que se esté aplicando, a base de bien, eso que siempre se ha llamado censura.

Fue el comunista Antonio Gramsci quien señaló el modo de conseguir que las sociedades modernas se conviertan en totalitarismos. Más cínico que Maquiavelo, señala que todo consiste en controlar la “mentalidad hegemónica”, es decir, dirigir a las masas haciéndose con el monopolio de los medios de comunicación, la educación y las creencias.

Medios de comunicación regados por (y, por tanto, dependientes de) los partidos gobernantes los han convertido en sumisos medios de manipulación. Que El País expulse a Savater (y se exilie Félix de Azúa) bastaría para ver que esto es así. Que los premios Goya evidencian que la producción cinematográfica española (que “devuelve”, dice Almodovar, lo que previamente le dan, aunque incluso los datos que cansinamente repiten sus adeptos indican que recaudan menos de la mitad de lo que reciben en subvenciones), que los Goya, digo, evidencian la dependencia del cine respecto a los subvencionadores.

Que los Goya hayan coincidido con el asunto de los tractores, la muerte de dos guardias civiles a manos de narcos, podrían hacer de contexto a mi minivideo de Facebook; pero no. El contexto es que, mientras el Presidente iba de jolgorio con el artisteo, el Ministro era abucheado en el funeral. La prensa sumisa se limitó a decir que la pobre viuda se puso un pelín histérica; pero en los resquicios de internet que aún no están controlados hemos podido ver cómo la gente coreaba lo de “Marlaska, dimisión”.

Sucesos sorprendentes, como decimos. Salvo que uno ate cabos.

En Giges somos muy de atar cabos. Giges es, originariamente, una historia que cuenta Heródoto y a la que Platón dio forma literaria brillante. Y lo que interesa retener del pastor Giges es que fue encontrado por un anillo que lo volvía invisible permitiéndole actuar con impunidad. Pudiendo, pongamos un ejemplo, prometer una o veinte veces que hará algo pero luego, teniendo el control de los medios de comunicación, hacer lo contrario, decir que “ha cambiado de opinión” y ser capaz de dominar la mentalidad hegemónica.

Esto es posible. Ya lo dijeron Heródoto y Platón allá por el siglo V aC. Pero no es la única posibilidad. Ni siquiera es la mejor.

Ocurre que cuando uno roba, es un ladrón; como cuando uno pinta, es pintor (bueno o malo, pero eso es otro asunto). O, por ir a lo general: uno se convierte en aquello que hace. Y no es bueno ser corrupto, mentiroso, manipulador… aunque el anillo de Giges impida que los demás vean lo que cada uno es.

Está claro que no es fácil dar con la verdad y mucho menos vivir de acuerdo con ella. Aunque ese es el camino de nuestra grandeza. No es fácil y de Platón viene no sólo la historia de Giges, también la idea de que los hombres necesitamos buscar y vivir según la verdad. En Giges buscamos la verdad en compañía de amigos. Hace unos años que mantenemos este intercambio amistoso y que publicamos en prensa, como aportación a la sociedad de lo que nos parece verdadero, bueno y bello.

Intenten ustedes poner un tractor frente a unos policías, o rebuscar datos que cuestionen la doctrina oficial sobre el Covid, o sobre el cambio climático, o sobre la diversidad de los sexos (atrévase usted a afirmar lo que enseña la ciencia biológica), o sobre el modelo de mujer transmitido por el feminismo, la participación de trans en competiciones femeninas, la violencia doméstica, el tipo de delitos que están creciendo… El pensamiento único, sinónimo de ausencia de pensamiento, se va imponiendo. Se trata de una doctrina elaborada con absoluto desprecio por la verdad y con la intención de corregir al disidente (políticamente correcto significa “corregido”).

Giges lleva años publicando en prensa. Recientemente hemos experimentado una dificultad creciente para seguir diciendo lo que pensamos. Hasta que se ha hecho evidente la alternativa: o someternos a los parámetros de disidencia controlada y cuestionar sólo lo que el sistema permite, o abandonar la prensa (como Savater, Azúa y tantos otros más ilustres que nosotros).

Eso, no olvidemos a Gramsci, sin meternos con la educación ni topar con la Iglesia, que hay que dejar algo para otro día.

Censura, autocensura. No son buenos tiempos.

“Nadar y guardar la ropa” es un conocido principio vital, una actitud que goza de más extensión que de prestigio.

Está claro que al final hay que mojarse, pero hay distintos modos de hacerlo. Ahí tenemos, por ejemplo, a Platón cuando dice que si un hombre cae al agua da igual que se trate de una piscina o de un océano. Lo que hay que hacer es nadar. De la ropa no dice nada, que él es de ir ligero de equipaje por la vida, actitud más conocida que practicada, por otra parte.

Si nos dejan, mientras que nos dejen, nosotros seguiremos nadando, buscando la verdad en compañía de amigos. Y escribiendo por aquí.

Manuel Ballester

Manuel Ballester ha publicado 23 entradas en este blog.

Deja una respuesta