Tiempo de resiliencia

La historia de la humanidad, nuestra historia, contiene un sinfín de capítulos protagonizados por desastres, crisis y pandemias cuyo resultado se cobra un saldo de incontables vidas humanas y graves desequilibrios socioeconómicos. No es nada nuevo, ni dejará de ocurrir. Algunas de origen natural. Otras, muchas más, firmadas por el hombre. Y es que aunque suene a tópico o nos pueda parecer una tremenda exageración, somos nuestro mejor enemigo.

Este 2020 quedará en la memoria como el año de la Covid-19. Pero como suele ser costumbre, en cuanto recuperemos nuestras sociedades hiperactivas y globalizadas donde el consumo y lo inmediato se vuelve necesidad, el recuerdo de esta pesadilla se borrará. Si la memoria individual puede tener lagunas, nuestra memoria colectiva padece de alzhéimer.

Como si de una partida de La Oca se tratara, vamos directos hacia esa casilla que te devuelve a la salida. Se combinan esas lagunas nemotécnicas, con la ignorancia de unos y la falta de percepción de riesgo de otros. Nos creemos ajenos a esto que nos rodea porque muchos aún no le hemos visto las orejas al lobo. ¿Quién quiere guardarse si no existe enemigo? Noticias descafeinadas en los medios y el efecto anestésico que tiene el poder volver a discotecas y terrazas ponen de relieve que lamentablemente hasta que no vemos o vivimos las desgracias de cerca, no aprendemos.

No hace falta ir a una discoteca. Basta un domingo. Una playa de Murcia. La Consejería de Salud ha delegado en nosotros y en nuestro sentido común la responsabilidad del cumplimiento de las medidas de seguridad. El resultado: unidades de convivencia familiar, distancia social de un metro y medio o respetar el aforo (el que supone que si al llegar no puedes mantener esa distancia social, debes esperar a que se vaya alguien o cambiar de playa) conforman el podio de las normas que más nos saltamos.

No es tiempo de olvidar, tampoco de saltarse las normas o de sentirse inmunes. Es tiempo de disciplina y resiliencia, como nuestra vecina Merkel les pidió a sus compatriotas germanos.

Es curioso como hay palabras que jamás escuchamos hasta que se ponen de moda. Resiliencia es una de esas que aparece cuando corren tiempos difíciles. Este concepto tiene su origen en la física y vendría a ser la capacidad de un material para recuperar su estado inicial tras ejercerse una fuerza sobre él. En los 80, gracias a John Bowlby y su teoría del Apego, se empezó a utilizar con cierta asiduidad en el campo de la psicología. Podríamos decir que sería la capacidad que tienen las personas para superar la adversidad y adaptarse de forma positiva. Una capacidad que se puede desarrollar y mejorar combinando diferentes factores como el autoestima, la actitud positiva y la capacidad de afrontar problemas de forma resolutiva, entre otros.

J.K. Rowling, autora de la saga del famoso mago de Hogwarts, Harry Potter, es un claro ejemplo de resiliencia. Aunque cuando oímos su nombre sólo vemos la punta del iceberg, sin duda la suya es una historia de superación personal. Graves problemas familiares le hicieron separarse de su marido y huir con su hija de tan sólo unos meses a Edimburgo. Allí, sin empleo, viviendo de los subsidios del estado y con una fuerte depresión, en varios cafés mientras su hija dormía escribió el primer libro de Harry Potter. Una vez escrito, hasta 12 editoriales le rechazaron su novela hasta que por fin, Bloomsbury Publishing apostó por ella. El resto es historia.

Pero no hace falta que nos vayamos lejos ni que busquemos personajes famosos. Seguro que muchísimos ejemplos de resiliencia nos rodean. Personas cercanas que nos inspiran y nos sirven de ejemplo y motivación, como en mi caso, Fuen, mi mujer. Personas que ante las adversidades se crecen y logran no sólo superarlas sino también aprender y salir fortalecidas. Porque al final de eso se trata. Disciplina para construir ese puente que unirá nuestros objetivos con nuestros logros. Y resiliencia para afrontar cuando sea necesario esas adversidades superándolas y aprendiendo de ellas. Sólo así evitaremos seguir tropezando con la misma piedra. Solo así evitaremos volver a la casilla de salida.

Publicado en La Verdad de Murcia (31/07/2020)

Javier Berrio de Haro

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