Circulen, circulen

Javier Carrión / AGM

La responsabilidad social es algo desconocido entre los miembros del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Murcia.

Si supieran qué es y cómo se ejerce habrían explicado, con antelación suficiente y escuchando a los vecinos de los barrios su proyecto de movilidad, que aparte de generar más problemas de los que pretende resolver por no medir los impactos que provocará, nace viciado por sustentarse en mentiras como el argumento de la (falsa) peatonalización, la tala masiva de árboles que se está haciendo con el silencio de colectivos ecologistas más ideologizados y subvencionados que ecologistas, y la supuesta obligatoriedad emanada de normativas europeas y nacionales. Sí, la Unión Europa y el Gobierno de España obligan a tener áreas urbanas de bajas emisiones, pero otra cosa es cómo se consiguen y, sobre todo, cómo se llevan a cabo. Aquí los tiempos no los marcan el sentido común, la planificación bien hecha y la ejecución precisa, sino el dinero y el plazo para gastarlo. El resultado son las chapuzas en forma de aceras no aptas para la correcta evacuación de aguas pluviales o señales de tráfico y mobiliario urbano que quedan en mitad del espacio supuestamente destinado a los peatones, que en breve estará colonizado por bicicletas, patinetes y terrazas de hostelería.

En esencia, este plan de movilidad en un magnífico ejemplo de realismo mágico. Partiendo de que todos queremos mejor calidad del aire y un ambiente más sano con menos humos y ruidos, creen nuestros actuales prebostes municipales (y los que les precedieron) que poniendo todas las trabas posibles al coche, achicando espacios de circulación y quitando plazas públicas de aparcamiento en el centro en beneficio de los aparcamientos privados, los vecinos dejarán de usar sus coches particulares para utilizar autobuses que no responden a sus necesidades en horarios ni frecuencias, o que optarán por circular en bici o patinete dando así algún sentido a obras faraónicas como son tantos carriles bici sin bicicletas.

Pero sucederá que el tráfico más lento provocado por la desaparición de carriles para automóviles hará que la contaminación emitida sea mayor por la utilización de marchas cortas. Pasará que el tiempo dedicado a buscar aparcamiento en el centro será mayor, aumentando la emisión de gases nocivos. El progresivo deterioro de esas condiciones de circulación dará la puntilla a numerosos comercios del centro de Murcia que perderán clientes en detrimento de centros comerciales de las afueras con plena facilidad para el estacionamiento. Esto no es como peatonalizar determinadas calles del centro histórico, que suele tener buenos resultados para el conjunto de los vecinos, sino dictar, con gran carga ideológica, cómo debemos movernos los ciudadanos, independientemente del resultado real de esa política.

Murcia es una ciudad de trama urbana singular, que genera flujos de tráfico muy intensos entre barrios y pedanías con gran actividad comercial y de servicios entre ellos. Por esta razón, la circulación de todo tipo de vehículos debe ser dinámica, incluyendo los turismos. Todo lo contrario de lo que planea este gobierno municipal, cuya cruzada contra el coche incluye prohibir que los particulares puedan usar, como hasta ahora y respetando los tiempos máximos de parada, las zonas de carga y descarga. Cuando culmine este derroche que casi nadie entiende ni ha pedido, tendremos mayor colapso de tráfico, tarifas de aparcamiento público mucho más caras y con menor tiempo de estacionamiento disponible en la misma zona, y la práctica totalidad de espacios practicables para el estacionamiento que queden estarán reservados para políticos, funcionarios y vehículos con tarjeta de transporte. Ellos podrán estacionar en la vía pública sin pagar, pero usted no tendrá dónde cargar o descargar enseres, ni transportar personas mayores o niños de un domicilio a otro con la seguridad que da disponer de unos minutos en espacios seguros sin la amenaza de la multa. Y todo ello pasará mientras el agente de policía, órdenes políticas mediante, aparta la vista para no ver a esa señora que circula en patinete por la acera paralela al flamante y nuevo carril bici y escucha música con los auriculares puestos mientras sonríe. Sonría usted también, en breve le cobrarán ese recibo que su coche paga por supuestamente, circular con libertad.

Publicado en La Verdad de Murcia (10/3/2023)

José María Riquelme

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