“Ha regresado Torquemada” se podía escuchar hace pocas fechas en el Congreso de los diputados. En relación a la susodicha frasecita, habría que iniciar un proceso reflexivo en relación a si, efectivamente, Torquemada ha regresado o acaso nunca ha dejado de estar presente.
El mencionado inquisidor ha pasado a la Historia de España como el más fanático y cruel de los inquisidores persiguiendo a los judíos para echarlos de España. Pero Torquemada no estaba solo. Si fue posible su obra es porque mantuvo colaboradores y estos no le iban a la zaga: Se dice de dos de ellos, Alonso de Espina y Alfonso de Cartagena, que eran tanto o más fanáticos que él.
¿Y qué tenían en común Torquemada, Espina y Cartagena además del mencionado fanatismo? Pues que siendo los más fervientes perseguidores de los herejes judíos, todos procedían de familias judías reconvertidas al cristianismo. Menuda ironía, vital, ¿verdad? Y eso sí que tiene plena actualidad en el panorama político actual.
Los más independentistas de entre los independentistas catalanes tienen el común denominador de ser hijos de andaluces y murcianos. Los más fervientes defensores del comunismo y la lucha de clases se compran chaletes de “a seiscientos mil euros”. Presentan mociones de censura los que elecciones tras elecciones ven caer en picado el apoyo recibido por los ciudadanos. Hay más: Los más defensores de España tienen cuentas en paraísos fiscales; los que se las dan de ir defendiendo la huerta de Murcia, talan árboles en la huerta para construirse casoplones con piscinas sin registrar. Todos los políticos que anuncian ser liberales inundan las redes sociales vanagloriándose del ingente reparto de ridículas subvenciones improductivas destinadas a malgastar el dinero de todos y a consolidar el Estado Benefactor cuando es su partido el que las reparte y, por supuesto, hablando de liberales, me vienen a la cabeza varios casos concretos que reclaman ayudas públicas sin límite, cuando son ellos mismos los beneficiarios.
Publicado en La Opinión de Murcia