Si hubiera un buen señor…

Si le preocupa el deterioro moral que están sufriendo las sociedades occidentales siga leyendo. En ocasiones, ante determinados acontecimientos, es muy común ver cómo, para justificarlos, se alude a los valores, de forma más o menos similar pero que no terminan de convencernos del todo.

Pensemos en un ejemplo cercano. La ley que otorga personalidad jurídica al Mar Menor. Un dislate por dónde se mire, una cortina de humo para enmascarar la incompetencia de los gobiernos locales y autonómicos responsables del estado de la laguna. Podríamos seguir. No va a quedar por falta de ejemplos. Ahí está la brillante “sólo sí es sí” que también sirve para tapar miserias.

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Cortinas de humo

Jesús Ferrero

Hay un acuerdo amplio sobre el futuro inmediato de la economía. A partir de otoño las cosas irán bastante mal.

Permítanme ser atrevido y afirmarles que la reciente subida de tipos de interés, después de 11 años, anunciada por el BCE, no es algo sorprendente ni excesivamente determinante. Ya se esperaba, como se espera que los efectos sobre la economía de dicha subida no sean inmediatos y empiecen a mostrarse aproximadamente dentro de un año.

Andamos inmersos en la defensa a ultranza de la transformación hacia una economía verde, la digitalización y el anuncio de subvenciones por cualquier cosa mientras, por otro lado, las subidas de impuestos son nuestro pan de cada día. Y ahí vienen los sumisos habituales, intelectuales con galones, reclamando subidas de impuestos a la banca dando por hecho que la subida del precio del crédito va a redundar en mayores ganancias para el sector financiero.

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El pésimo tributario

Una verdad absoluta ahorra muchos quebraderos de cabeza. Quizá por eso proliferan hoy quienes quieren imponer sus opiniones como si fuesen verdades absolutas evitándonos así la funesta manía de pensar.

Ya me hubiera gustado a mí saber todo lo necesario para hacer precisos análisis de la prima de riesgo allá por 2012. Por entonces eran comunes los comentarios a pie de calle sobre “la prima” y sobre las necesarias políticas gubernamentales que debían emprenderse para corregir el diferencial relativo con el bono alemán. Qué tiempos aquellos. O, más recientemente, saber si la acción gubernamental y empresarial (vacunas) frente a la COVID ha sido la adecuada.

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Utilidad

Lo que más interesa a mis alumnos de la universidad el día que presento la asignatura es el examen: si es test o ejercicios de desarrollo, número de preguntas, etc. Su objetivo es aprobar. Y está bien, si no se olvidan de aprender.

Aclarado esto, pregunto: ¿para qué estudiáis Economía (o derecho o ADE)? No crean que la respuesta es inmediata. Se dirigen más a justificar por qué han optado por esta carrera frente a otras que a lo les permitirá progresar y profundizar en lo que han elegido.

Todos sabemos que siendo tan importante para mis alumnos conocer la tipología de examen el día de la presentación, cuando hayan aprobado, ese dato será perfectamente irrelevante. Esto se debe a lo que en Economía se denomina “utilidad”, que hace referencia al grado de satisfacción que puede obtenerse de un determinado bien o servicio. Ocurre que la utilidad no es algo fijo, no es igual para cada individuo ni tampoco constante en el tiempo. Lo que a una persona puede aportar mucha utilidad a otro puede no aportarle ninguna y, por otro lado, lo que hoy es altamente beneficioso para tus gustos y preferencias mañana podría ser obviado perfectamente.

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El patriotismo económico

Cuando España fundaba universidades…

El crecimiento experimentado por la economía española desde la década de los 60 ha sido exponencial y las mayores tasas de crecimiento se dieron, precisamente, en la década mencionada.

Esto es lo que dicen los datos. Desde esa perspectiva, es un hecho rotundo e irrefutable.

Otra cosa es que a uno no le guste ese hecho porque sus entendederas no le permitan admitir que algo bueno ocurriese en España en aquellos tiempos. Es un hecho pero, quizá como todo, puede ser contextualizado o interpretado. Así, por ejemplo, se puede indicar que el punto de partida de aquel crecimiento era penoso, tan bajo que casi no podía ocurrir otra cosa que mejorar.

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