
Orwell escribía en su novela 1984: “La filosofía del Partido negaba no solo la validez de la experiencia, sino que existiera la realidad externa. La mayor de las herejías era el sentido común”. Este control de la sociedad del que habla Orwell se transmite a través de una jerga propia, la neolengua, que no son más que unas palabras que suenan bien, pero que nos impiden ver lo que hay detrás. Tres ejemplos actuales de esa manipulación del lenguaje.
Hace unos días el delegado del Gobierno en la Región de Murcia, José Vélez, dijo que se iba a combatir el abandono escolar. Desde luego que es loable la intención de que nuestros alumnos no dejen el sistema y sigan formándose. El problema viene en la letra pequeña. Las medidas que se proponen son la digitalización de los centros y más orientadores, palabras-talismán que impiden ver la realidad de los centros donde la solución no va por ahí. Desde hace 30 años está en vigor la LOGSE o leyes parecidas que nos han llevado a unos niveles educativos de los más bajos de la OCDE. Se ha rebajado la exigencia hasta límites insospechados. Los alumnos que proceden de clases más bajas no tienen opciones de subir en el ascensor social con su esfuerzo. Habrá que empezar a pensar que las soluciones al abandono deben pasar por otras medidas, como que los alumnos aprendan a leer y escribir correctamente, cosa que hoy día no ocurre y que los títulos que consiguen sean a través del esfuerzo.
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