De símbolos, decencia y crispación

No sorprende, y sí aburre, el permanente debate que sobre libertad de expresión y su alcance legal se ha instalado en España. No sería así si parte de la clase política fuese decente y admitiera que hay líneas rojas que no se pueden traspasar de ninguna forma, como es el caso del delincuente condenado y fugado Valtonyc, que goza de gran prestigio entre la canalla que quiere ser casta por instar en un regüeldo musicado a que se agreda y queme la casa y la farmacia de un particular que tuvo cargo en el Partido Popular de Baleares.

En mi opinión, personas así deben estar aisladas socialmente. Y la decencia exige considerar que ningún totalitarismo ni sus líderes debieran poder ser invocados o exaltados de forma pública. Pero si homenajear terroristas de ETA, exaltar ideologías como el comunismo y sus líderes asesinos, o quemar de forma pública una foto del Jefe del Estado es libertad de expresión proclamar ¡Viva Franco! también debería serlo.

Sé que esto es difícil de entender para quien ve delito en escribir que los niños tienen pene y las niñas vagina. Es en la pérdida de la decencia donde está la luna, mientras que este falso debate sobre libertad de expresión es el dedo que la señala. Continuar leyendo “De símbolos, decencia y crispación”

El tranvía del interés general

El llamado dilema del tranvía es un experimento mental que plantea la siguiente situación: un tranvía sin frenos se dirige hacia un lugar donde se encuentran diez personas, que van a morir atropelladas. No obstante, podemos accionar un mecanismo que dirigirá el tranvía hacia otra vía donde solo hay una persona. ¿Qué deberíamos hacer?

Existen numerosas variantes de este dilema, como la que propone lanzar a un hombre obeso, que observa desde un puente, para detener el tren. Si bien mucha gente considera lícito desviar el tranvía, matando a una persona para salvar a varias, pocos consideran moralmente aceptable empujar a alguien desde el puente. La clave parece encontrarse en que en un caso lo que hacemos es desviar el tranvía, y la muerte de una persona es solo una consecuencia indirecta de nuestra acción. Pero no parece que exista una diferencia sustancial: en ambos casos alteramos el devenir de los acontecimientos para salvar a varias personas, a costa de un inocente. Continuar leyendo “El tranvía del interés general”

Hagan juego, señores

Los políticos nos están fallando y lo saben. Son demasiado egoístas y sólo miran por sus propios intereses. ¿Y no es acaso lícito pensar en uno mismo? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Constituye un argumento insultantemente superficial relacionar las elevadas dosis de egoísmo imperantes en nuestra sociedad con el orden social liberal instaurado en nuestras democracias. Además, a la vista de las declaraciones de unos y otros, resulta que o todos son liberales, cuando de sus propias ideas se trata o, en cambio, hablamos de acabar con ese ‘liberalismo de amiguetes’ cuando nos referimos a las ideas o prácticas de otros que no son los míos. Relacionar egoísmo con liberalismo a través del individualismo podría llevarnos a defender regímenes que hoy por hoy han quedado obsoletos. Por nadie pase.

Y es que, como todo en la vida, los medios no justifican el fin ¿o era al revés? No es lo mismo ser egoísta pensando en acaudalar riquezas a cualquier precio, alcanzar prestigio pasando por encima de cualquiera que pretenda cruzarse en el camino, que ser egoísta cuando tu propósito pasa por hacer el bien a los demás, por procurar poner toda la razón y sabiduría al servicio de los otros, llegando incluso a procurar el bien del otro antes que el propio. Y aquí ya es donde se va reduciendo el espectro de liberales. Continuar leyendo “Hagan juego, señores”

Popurrí educativo en la aldea global

Reviso las últimas noticias y artículos publicados en relación con la educación y nuestro sistema educativo, animada por el artículo de mi amigo Andrés Nieto que la semana pasada aquí mismo comentaba las bondades de la legislación en esta materia y las deficiencias de su implantación.

Sin mucho esfuerzo en la búsqueda, encuentro noticias que no son las de siempre (concertada sí o no, religión sí o no, etc). Leo, por ejemplo, que hay «una brecha de dos cursos en Matemáticas y Ciencias entre Andalucía y Castilla y León» y no parece que los niños andaluces sean más torpes sino que los alumnos no aprenden lo que no se les enseña. Y ¿qué se explica en Murcia? Esto tiene que estar en el currículo de nuestra región. Ahí se comprueba que, en Primaria, los contenidos de matemáticas son siempre los mismos, añadiéndole ‘un poquito más’ cada nuevo curso, de forma que si en el primer curso se estudia en el Bloque 1 «Explicación oral de los pasos seguidos en la resolución de un problema», en el Bloque 1 de Sexto de Primaria, vuelve a aparecer «Explicación oral de los pasos seguidos en la resolución de un problema» ¿Será que durante el verano los cocos de los críos se formatean y hay que volver a repetir lo mismo curso tras curso o que no logran aprender lo que toca en su curso y año tras año se da la oportunidad para que cuando se vayan a graduar tengamos la certeza de que como mínimo saben sumar y restar? Continuar leyendo “Popurrí educativo en la aldea global”

Entre la grandeza y la burocracia

El desastre educativo español actual arranca, desde mi punto de vista, desde la LOGSE promulgada en 1990. Hasta ese momento, hubo una sorprendente continuidad desde la Ley Moyano de 1857 y las leyes de educación posteriores, incluida la Ley General de Educación de 1970, con las actualizaciones necesarias para adaptarlas a cada época histórica. Con la LOGSE se rompe esa continuidad ya que se modificaron aspectos
sustanciales, como la fusión de las redes de institutos de Bachillerato y de Formación profesional, así como, la más importante, sin duda, que los alumnos podrían pasar de curso por edad y no por la adquisición de conocimientos: lo importante no era que supieran lo mismo que sus compañeros de pupitre sino que en el recreo jugaran con los de su misma edad. Y así desembarcó el igualitarismo en la escuela: que estén juntos los
de igual edad, aunque sus conocimientos no sean los mismos. ¿A alguien le extraña que con esos cimientos hayamos llegado a un derrumbe del saber de los alumnos españoles sin precedentes? Continuar leyendo “Entre la grandeza y la burocracia”