No sorprende, y sí aburre, el permanente debate que sobre libertad de expresión y su alcance legal se ha instalado en España. No sería así si parte de la clase política fuese decente y admitiera que hay líneas rojas que no se pueden traspasar de ninguna forma, como es el caso del delincuente condenado y fugado Valtonyc, que goza de gran prestigio entre la canalla que quiere ser casta por instar en un regüeldo musicado a que se agreda y queme la casa y la farmacia de un particular que tuvo cargo en el Partido Popular de Baleares.
En mi opinión, personas así deben estar aisladas socialmente. Y la decencia exige considerar que ningún totalitarismo ni sus líderes debieran poder ser invocados o exaltados de forma pública. Pero si homenajear terroristas de ETA, exaltar ideologías como el comunismo y sus líderes asesinos, o quemar de forma pública una foto del Jefe del Estado es libertad de expresión proclamar ¡Viva Franco! también debería serlo.
Sé que esto es difícil de entender para quien ve delito en escribir que los niños tienen pene y las niñas vagina. Es en la pérdida de la decencia donde está la luna, mientras que este falso debate sobre libertad de expresión es el dedo que la señala. Continuar leyendo “De símbolos, decencia y crispación”