¿Es verdad que cuando hablamos de enseñanza secundaria la ideología y la metodología opacan la importancia de los contenidos y de los hábitos académicos? ¿Es verdad que los alumnos llegan a esta etapa con un desarrollo muy pobre en la anterior? ¿Es verdad que ley educativa tras ley educativa, éstas se lo ponen cada vez más difícil a profesores y alumnos? ¿Es verdad que las autoridades no invierten lo suficiente en recursos? ¿Es verdad que se produce una hipertrofia de algunos contenidos, materias y programas (las TIC, el bilingüismo) en detrimento de otros elementos igualmente valiosos? ¿Es verdad que muchos padres usan los institutos como aparca-adolescentes? ¿Es verdad que entre el profesorado hay mucho agente político, agente de viajes y animador sociocultural? ¿Es verdad que los profesores adocenados matan las ganas de aprender y la curiosidad de cualquiera? ¿Es verdad que, entre los profesores, algunos han tirado la toalla? ¿Es verdad que algunos docentes se deprimen, con sus visiones pesimistas, cuando no hueramente melancólicas? ¿Es verdad que la inflexibilidad laboral y la rigidez burocrática lo vuelven casi todo imposible? ¿Es verdad que a veces parece que en la enseñanza no hay más que papeleo?¿Es verdad que nadie se toma nada en serio y que las evaluaciones a veces son un remedo, una broma o un cachondeo? ¿Es verdad que está todo contra la enseñanza secundaria? Y, en fin, ¿es verdad que en los institutos está todo mal?
Pues lo digo descarnadamente. Sí, casi todo es verdad. Son procesos destructivos reales. No son una interpretación. No hay más ciego que el que no quiere ver.
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