El maestro Ortega advertía en 1937 que “Europa no despertará hasta que no vea asomar la coleta de un chino por encima de los Urales”.
Podemos decir que Ortega era consciente entonces de dos cosas, al menos. Una, de que una Europa enfrascada en una espiral fratricida acabaría desangrándose y perdiendo su vitalidad, cercenando su propio porvenir. Dos, que existía un “peligro amarillo” y que éste sería una especie de revulsivo, de advertencia, de factor unificador. La “coleta del chino” era una señal de peligro, pero también abría la posibilidad a una esperanza. Es muy difícil quitarle la razón en lo primero. Pero, ¿y en lo segundo? ¿qué hay hoy de todo aquello? Preguntarse esto en 2021 da risa. Europa, la Europa de la mercadotecnoburocracia, convertida en un gigantesco parque temático para viajes del Imserso y en el Tinder de las becas “Orgasmus”, enfangada, envejecida y destartalada, en estado de shock continuo, cada vez más cerca del fallo multiorgánico, frente a todo y frente a todos, se yergue con dignidad yaciente en medio de un mar de aguas sucias y apestosas, como Venecia, mientras por sus canales se van acumulando las ratas, la suciedad, las casas abandonadas y las ventanas desvencijadas. Europa, la Europa de papel, no ha reaccionado ante ninguna coleta china, asomase esta por los Urales o por los Andes, aunque estuviera llena de piojos.
Continuar leyendo “La coleta de un chino”