Cada poco tiempo vuelve a estar de actualidad la Educación. Y nuevamente, los diferentes sectores implicados esgrimen sus argumentos para solucionar el problema de la escasa excelencia de nuestro sistema educativo. Se compara el actual con los anteriores, el de otros países con el nuestro, el de unas comunidades autónomas con otras; se critica la falta de inversión en Educación o se achaca el fracaso educativo a los cambios sociales. Algunos ponen el acento en la masificación de las aulas o en la pérdida de la disciplina; otros, en la ausencia de medios tecnológicos suficientes o en el propio diseño curricular de las distintas etapas educativas.
Hay quien sugiere metodologías basadas en el aprendizaje cooperativo y por proyectos, o en la potenciación de las inteligencias múltiples. Los más audaces proponen cambios drásticos: currículos flexibles según los intereses del alumno, eliminación de las aulas, los libros y los exámenes. Hay muchas propuestas, pero no nos ponemos de acuerdo en cuál es la mejor solución.
Si repasamos los sistemas educativos con los que han estudiado los españoles actuales, podemos distinguir tres grandes etapas: hasta que se aprobó la Ley General de Educación (en 1970) las Humanidades eran las grandes protagonistas, pero la formación en Ciencias era insuficiente; con la instauración de la EGB y del BUP quizá se logró el mejor sistema educativo que hayamos tenido, salvo en lo que se refiere a la enseñanza de idiomas; la tercera etapa, que se inaugura con la LOGSE, tuvo de positivo que la enseñanza obligatoria se extendió hasta los 16 años, pero empeoró todo lo demás. Continuar leyendo “La letra con tablet entra”